Pronto se cumplirán dos años de estar radicado en Bogotá, y comencé a ver las particularidades de esta ciudad “civilizada” desde el día que llegué.
La llamo “civilizada” porque en teoría debería serlo. Es la capital del país, hay diversidad de culturas nacionales e internacionales, es caótica como las demás capitales del mundo, se celebran los eventos musicales, literarios, teatrales, cinematográficos más importantes del país, etc. Pero está tan llena de situaciones, detalles y personajes; que me han dejado con muchas sonrisas en mi rostro.
Dentro de todas las peculiaridades que he notado, comenzaré por una que me ha llamado la atención, y no solo eso, he sido afectado directamente de esta costumbre que no me agrada mucho (aunque a veces comprende a las personas que lo hacen o lo utilizan en su vida, porque lo necesitan).
Me refiero a lo siguiente: Un día cualquiera, en una reunión social, me presentan a una chica. Se presenta: – Hola, Isabel –. Hablamos un rato en la reunión que departíamos con unos amigos. Nos despedimos. Pensé que nunca volvería a verla.
En esos días me encontraba trabajando en el área de servicio al cliente de una empresa operadora de telefonía móvil celular. Por casualidades de mi trabajo, un día cualquiera, aparece en la pantalla del computador: Jasbleidys Isabel Cubides Cubides.
Siempre que aparecían nombres como este en la pantalla del módulo que me asignaban en mi trabajo, no podía evitar reírme. A veces lo hacía solo, otras lo comentaba con un compañero, nos reíamos, y otras simplemente lo hacía mentalmente. Pero lo hacía.
Llega a mi módulo Isabel, la chica que conocí unos días atrás en una reunión de amigos. La saludo muy cordial. Ella me saluda. Me entrega su cédula. Confirmo el nombre. Frunzo el ceño. Quedo perturbado.
En ese momento me sentí engañado. No podía entender que la chica no se llamaba Isabel, y que para desgracia de ella, su verdadero nombre era Jasbleidys Isabel. Que horror. Pensé: con justa razón no se presenta con su verdadero nombre. Pero no es justo. No lo es porque ya no la podré ver de la misma manera. Qué pensará un chico que la conoce y le atrae cuando se entera de su verdadero nombre? Si fuera yo, me río y le digo adiós.
Esa es una costumbre muy común entre las personas que viven acá. Creo que algunos lo hacen con justa causa, otros simplemente por capricho, y hay otros que no lo hacen sino que se los hacen, como en mi caso. Cuando hago una consulta en algún lugar donde ven mi nombre completo, me llaman por el segundo nombre. Por qué razón? Quién les dio permiso de hacerlo? Acaso yo me presenté con mi segundo nombre? En mi cédula no aparece mi primer nombre? Creen que por que mi primer nombre no es bonito tienen la autoridad de omitirlo y llamarme por el segundo?
… Ay Bogotá.
Acá les dejo esta situación/costumbre que he visto constantemente en esta ciudad, la cual es un poco exasperante. Principalmente para mí. No sé ustedes qué piensan.
La próxima vez que conozcan a alguien y después se enteren que ese no es el único de sus nombres, espero que me recuerden… y se rían.
A mí me engañó un "Piter Estiben"...
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